miércoles, abril 23, 2003

PARÁBOLA DE LA MONEDA TRUCHA (O FALSA)


DE LA VIDA REAL

Todo estaba saliendo de maravilla. En medio de mi ducha con agua fría, lo único que me da ánimo para empezar el día, aparte del café sin azúcar (se acabó el domingo pasado), se fue el agua. Ya me había acostumbrado a recibir el chorro de agua fría cada mañana desde hace mes y medio que se dañó la calefacción, era agua fría, pero era agua al menos… Miré arriba con uno solo ojo, el otro me lo cerraba la espuma de jabón que caía de mi pelo y solo vi la vieja regadera oxidada y una cuantas gotas que caían un, dos, tres…. ¿qué pasó con el agradable chorro de agua helada? No se si es la casera que me tiene cariño, el chino gordo de su hijo que cierra la llave de paso o es solo la suerte que está mejorando en el barrio. Cuando terminé de quitarme el jabón con agua que saque del tanque del inodoro estaba listo para vestirme y descubrí que la ropa tenía un olor a humedad espectacular. Era la fragancia ideal si deseas ir a cazar murciélagos gigantes a una isla perdida del pacífico sur, pero ese viaje no estaba en mis planes por ahora.
Lo único que deseaba era llegar a esa cita de trabajo a tiempo. No ha sido el sueño de mi vida trabajar en una ferretería, pero no está mal para alguien de 17 años que no tiene un peso para invitar a un helado a su casi enamorada. No me importaba pasar horas vendiendo clavos y tornillos si el fin de semana podría ir al cine con Luisa y pagar yo la entrada y pagar yo el hot dog… Era justa retribuciónMe puse la camiseta de ayer y revisé mis bolsillos, al hacerlo dije: -Dios no me falles. Metí la mano al otro bolsillo y allí sentí su fría presencia, era grande, circular y tosca.
Sentí en mi bolsillo la moneda de cincuenta centavos de dólar que sería útil para pagar el bus de ida y vuelta… Luego de un rápido `Gracias Dios' salí de mi casa casi al trote para ver el primer bus que pasaba alejarse de la parada… corrí hasta que lo alcancé y metí la mano al bolsillo para pagar. Lo que pasó en el instante siguiente será una experiencia que algún día tendría que escribirla. Dicen que Dios humilla de muchas maneras, pero yo creo que una buena charla con el Creador de todas las cosas no humilla a nadie mientras las cosas estén claras…
De alguna manera y de forma tan clara que no puedo explicar, sentí que Dios me habló. No es que rechazara conversar con Él, en momentos de apuro siempre le pedía ayuda y nunca me sentí mal por hacerlo. Mi relación de amistad con Dios nunca había sido cuestionada.
Nunca tuve quejas de Él ni tampoco se quejó de mí, al menos que yo supiera.
Pero Dios mantuvo una conversación de tú a tú conmigo, allí en el estribo de ese bus, mientras veía la cara del cobrador del bus Dios me habló.Su voz fue clara y sentí que todas las parábolas de Biblia tomaban sentido ante mis propios ojos.
Supe que Dios hablaba por las cosas, las personas y las situaciones, supe que Dios se sabía hacer escuchar incluso del más insignificante de sus hijos.Cuando puse mi moneda en manos del cobrador, este puso su mano delante de mí otra vez: -Es falsa.Pensé en el agua fría, en la camisa apestosa, en mi falta de trabajo, en Luisa, en mi fe y en mi abuela.
El sábado pasado estuve en casa de mi abuela y ella me regaló un jabón, un tubo de pasta de dental y una moneda para mis pasajes. Ella sabía que yo no tenía trabajo y siempre que podía reunir algo de las labores de bordados que ella hacía para las vecinas, me daba algo para mi, esa viejita es un ángel. Ese momento en el estribo la recordé y supe que alguien le había pagado mal. No era la culpa de mi viejita, pero ella puso en mi mano una moneda falsa.
Aún conservo esa moneda. No recuerdo cuantos domingos he predicado este sermón en la iglesia que Dios me ha permitido pastorear y en las iglesias que me han invitado, lo denomino LA PARÁBOLA DE LA MONEDA TRUCHA. Han pasado muchos años, nunca me casé con Luisa aunque pagué muchas salidas la cine. Nunca fui ferretero, Luego de vender fierros de todas clases, entré al seminario y estudié los libros de teología favoritos de grandes y chicos. Pero hubo una parábola que cambió mi vida y que aún la recuerdo con cariño. Esa mañana me bajé del bus con mi moneda falsa en la mano y de risa, comprendí en un abrir y cerrar de ojos lo que es la vida del ser humano: Podemos andar por la vida creyendo que nuestros principales problemas están resueltos, pero cuando llegue la hora de la verdad y el Juez de todas las cosas extienda su mano, no habrá bolsillo donde meter la mano y pagar el precio. La moneda falsa de la tradición podrá ser útil para sentirnos seguros mientras las cosas vayan bien, pero nada dura para siempre. El siete veces calentado horno de la vida no solo esperara por Sadrac, Mesac y Abeg Nego, los amigos de Daniel; también espera por nosotros y algún día estaremos frente a él. Esa mañana descubrí que decir que tenemos al lado al que es `semejante al hijo de los dioses' no es lo mismo que tenerlo de verdad. Podemos jactarnos de nuestros estudios, relaciones sociales, etc… pero solo el que camina de verdad junto a Jesús puede salir bien de esta vida y entrar seguro a la otra.
Hubo tres que caminaron con un cuarto en medio del horno, pero cuando entró otro solo se quemó. Nunca le dije a mi abuela lo que me pasó ese lunes en la mañana en el bus. Tampoco nunca conocía al vieja loca que le pagó a mi abuela con una moneda falsa, solo sé que a veces la gente que nos ama no es del todo capaz para enseñarnos lo que es la verdad de la vida, la ida misma tiene sus métodos. Podemos vivir engañado y felices con una religión falsa, predicarla y enseñarla por todo el mundo. Podemos engañar a mucha gente mucho tiempo, pero no toda la gente todo el tiempo. Le doy gracias a Dios por haberme abierto los ojos cuando tenía 17 años, no tenía trabajo y tenía una moneda trucha en mi bolsillo

Fer