Nacidos inconformes y de alma sin zapatos,
Despeinados desde dentro,
y bien vestidos de blanco,
Perfumados con la sangre y el trabajo de los años.
Resucitados inconformes en su grito y en su canto.
Bienvenidos a los carros a los parques y a los barrios.
Benditas las iglesias que no los soportaron
y benditos los líderes que las espaldas les han dado.
Benditos sean los grupos donde jamás han encajado.
Bendito sea Dios por habérnoslos enviado.
Benditos por reír y olvidarse el pasado.
Benditos por ser débiles, pero arriesgados.
Benditos soñadores de espadas afiladas y corazones endulzados.
Pastores galopantes, amantes de la unión y hermanos del sembrado.
Bienvenidos inconformes, dice el mundo,
los hemos esperado.